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El acto se desarrolló este mediodía en el Patio de Armas de La Perla y fue presidido por el secretario de Derechos Humanos de la provincia, Raúl Sánchez, quien destacó la "obligación y la responsabilidad del Estado nacional y provincial por proteger y promover la memoria".
En ese sentido resaltó la decisión del ex presidente de la Nación, Néstor Kirchner, cuando en 2007 transfirió el predio militar para ser utilizado como sitio de la memoria.
"Tenemos una política de Estado en materia de Derechos Humanos que nació del sufrimiento y del dolor", destacó el funcionario y añadió que "ningún país puede gobernar sin el respeto por los Derechos Humanos".
En otro tramo del discurso instó a los presentes a "seguir luchando para que todos los genocidas sean enjuiciados y también para que aparezcan los desaparecidos" y pidió que se mantenga en la memoria que por La Perla "pasaron los mejores cordobeses y cordobesas de los 70’".
Finalmente destacó que el nuevo espacio de la memoria va a servir como un "lugar para las discusiones, los debates y por las luchas de las causas populares".
El acto se desarrolló ante una muy importante concurrencia de público, representantes de organizaciones de los Derechos Humanos, centros de estudiantes, funcionarios, legisladores y sobrevivientes de La Perla.
El coordinador de la Comisión Provincial de la Memoria y miembro de la Agrupación HIJOS, Emiliano Fessia, fue el que abrió el programa de alocuciones y resaltó la habilitación al público del ex predio militar, al manifestar que "hoy se le esta dando vida a un lugar en donde antes entraban los camiones de la muerte".
"El terrorismo de Estado dijo que venía a defender la patria y lo que hizo fue hundirla", añadió Fessia y remarcó la recuperación de un espacio que debe servir para "discutir políticas desde la memoria para construir una Argentina mejor", es decir "recuperar lo que fue el proyecto político de las personas que exterminaron".
En ese contexto convocó a mantener viva la memoria y con ello demostrar que "por más genocidio que haya la vida siempre supera a la muerte".
Entre otras autoridades presentes estuvieron el vicegobernador, a cargo del Poder Ejecutivo, Héctor Campana; la coordinadora general del Archivo Nacional de la Memoria, Judith Said y la fiscal federal de Córdoba, Graciela Filoñouk, una de las más activas promotoras de las causas contra los delitos de lesa humanidad.
El cierre de los discursos estuvo a cargo de Emilia D’ambra, titular de la organización de Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas de Córdoba, quien resaltó que "este lardo recorrido que transitamos desde hace más de 30 años nos ha enseñado a transformar en dolor en obras colectivas de producción y construcción de memoria".
"Pudimos superar los períodos más traumáticos de la historia argentina sin bajar en ningún momento las banderas que levantaron los treinta mil desaparecidos, esa bandera de la justicia y la igualdad social", manifestó D’ambra.
También criticó a "los sectores del Poder Judicial que intentan poner trabas con recusaciones e incompetencia de jueces" para entorpecer los procesos judiciales a los represores: "tenemos una Cámara de Casación irresoluta que permite que, en muchas provincias, las causas por violaciones a los Derechos Humanos sufran demoras inexplicables".
Luego de la inauguración oficial concretada hoy, La Perla estará abierta al público dos veces por semana, en principio, y varios de sus dependencias serán utilizados para exposiciones vinculadas a la temática de los Derechos Humanos, y otras actividades.
El único lugar al que el público no podrá acceder es a la ’sala de tortura’, en razón de que es una de las pruebas más importantes que se preservan y se continúan tomando muestras periciales en las causas contra los represores.
La Perla, que dependía del jefe del Tercer Cuerpo de Ejército, Luciano Benjamín Menéndez, está ubicada a 12 kilómetros de la ciudad de Córdoba, sobre ruta nacional Nro. 20 que une con Carlos Paz, y se estima que funcionó desde el golpe de Estado del 76’ hasta finales del 79’, por donde pasaron alrededor de 2500 hombres y mujeres, la mayoría de los cuales continúan desaparecidos.