La investigación analizó una muestra de 159 binomios de madres e hijo y los hábitos de consumo alimenticios durante el primer año de vida, como posibles factores que pueden predecir la incidencia de la anemia durante la infancia.
La lactancia materna durante este período es clave al proteger al niño del desarrollo de la anemia ferropénica.
Los datos de la última Encuesta Nacional de Prevalencia de la Lactancia materna realizada el año pasado por el Ministerio de Salud de la Nación, indicaron que el 47,3 % de los niños es alimentado sólo con leche materna hasta el cuarto mes de vida, mientras que esa cifra cae aún más del 38,7 % en el sexto mes.
Conjuntamente con esa baja prevalencia de la lactancia materna, los resultados del estudio de la UBA también revelaron la introducción precoz de leche de vaca común y la incorporación tardía de alimentos que son fuente de hierro, primordialmente la carne, que aumenta los factores de riesgo de anemia nutricional.
Marina Torresani, directora del estudio de la UBA, señaló que «la anemia ferropénica es el déficit nutricional más frecuente y difundido a nivel mundial, siendo prevalente no sólo en los países en vía de desarrollo, sino también en los altamente industrializados».
Torresani destacó que «los niños menores de 2 años constituyen el grupo más vulnerable a esta deficiencia nutricional».
Las estadísticas de la Escuela de Nutrición de la UBA, indicaron que si bien el 85% de los lactantes fueron amamantados al momento de nacimiento, también el abandono de ese hábito alimenticio fue precoz.
Los resultados demostraron que fue la leche de vaca común el alimento lácteo que reemplazó primordialmente a la leche materna en el segundo semestre de vida, en lugar de las fórmulas infantiles adaptadas en su composición a las necesidades nutricionales del lactante.
Además, existe una fuerte correlación entre la edad de incorporación de la leche de vaca fresca o pasteurizada en la alimentación del niño y el desarrollo de la anemia.
La encuesta nacional de nutrición y salud mostró que esa incorporación suele ser precoz, al tiempo que la introducción de carne es tardía en un porcentaje considerable de los casos.
En ese sentido, el relevamiento reveló que el 34% de los niños menores de 2 años padecía anemia.
La Sociedad Argentina de Pediatría recomienda la introducción en la alimentación con hierro entre los 6 y 7 meses de vida, como mínimo en una de las dos comidas diarias.
Los resultados del estudio realizado en la UBA revelaron que estos patrones de alimentación no se cumplen en su totalidad, ya que la edad promedio de incorporación del grupo de carnes fue recién alrededor de los 8 meses.
(Télam)