(*) Roberto Fermín Bertossi
Cuando madres y padres soportan a la intemperie largas y fastidiosas colas de madrugada ante hospitales públicos para ejercer el derecho a su salud y la de su familia o, un lugar en el colegio público para sus hijos o, que un tribunal les haga justicia (´oportuna´, a ellos, a nuestros aborígenes, campesinos, excombatientes, jubilados y muchos más), ahí, en cada caso, hay violencia estatal y languidez ciudadana.
Cuando cada víctima de la dolosa explosión “aún” impune de la Fábrica Militar de Río III (año 1995), de las tragedias aéreas de Fray Bentos (1997) y Lapa (1999); las olvidadas aquí como en nuestras irredentas Malvinas (1982); las de Cromañón, las de los desastres ferroviarios, las de un gas ´descontrolado´ en Rosario, etc., quedan atrapadas en la categoría de damnificadas sin esperanzas, estamos en presencia de una metodología nefasta de desahucios que se viene estructurando entre nosotros y, así entonces, verificamos nuevamente ´recidivas´ de oprobiosa violencia estatal con “esquirlas ciudadanas”.
Cuando se reproducen geométricamente las víctimas de “las coimas”, las victimas irrecuperables del drama de la droga y del narcotráfico, de la trata y del maltrato familiar, las del trabajo indecente e indigno, de la inflación/Indec, de la inseguridad, del Anses, de los agentes civiles de las dictaduras, de las deslealtades electorales; las de los robos/mentiras públicas, las víctimas escandalosas del hambre en el país del pan, los millones de “vagos” involuntarios, etc.; toda su pavorosa magnitud pareciera no ser aún expresión/es suficientemente contundentes para admitir que cualquier expectativa de noble y cabal ciudadanía luce, poco menos, ridícula, dada tanta e inadvertida violencia estatal, por acción u omisión inaceptables.
Cuando la asfixia fiscal nacional, provincial y municipal se traduce en más y más anuncios de gabelas sin contraprestaciones ciudadanas satisfactorias Vg., en materias de servicios públicos, etc., hubo, hay y habrá mucha violencia estatal y crecerá la languidez ciudadana.
Cuando el paradigma vernáculo de insensatez ecológica se traduce en deterioro climático y desastres ambientales (incendios, inundaciones, tornados, desmontes/desbosques, expansión ilimitada de fronteras cerealeras e inmobiliarias; actividades petroleras, petroquímicas, mineras, de pesca industrial, desertificaciones inconmensurables, un riachuelo podrido, etc., y todo, todo ´gracias´ a la inoperancia o complicidad de mucho funcionariato estatal ejecutivo, legislativo y judicial, el cual viene omitiendo irresponsablemente una regulación apropiada para asegurar sustentabilidad, biodiversidad y equilibrio climático en todo el territorio nacional, reverificamos más violencia estatal que deriva fatalmente en una de las peores languideces ciudadanas.
Preconclusivamente, como partes de un mundo que aún late, restaurar nuestros valores y derechos como una noble, cabal y efectiva ciudadanía, requiere sin demora de máximo celo, ardor y aplicación en el cumplimiento eficaz y efectivo de la Constitución, de las leyes como igualmente de los tratados internacionales pertinentes para que, finalmente, cese toda violencia estatal y ´reverdezca´ nuestra ciudadanía recobrando/encarnando vigor y gallardía, todo lo posible.
Premios: Adepa-Faca a la abogacía, 1990
Gota en el Mar al periodismo gráfico solidario, 2005` y 2007`