La doctora Débora Setton (MN 78390), secretaria del Comité Nacional de Nutrición y miembro de la Sociedad Argentina de Pediatría, compartió que «hay más preocupación por parte de los padres» y aseguró que «se están cuidando más los mensajes sobre alimentación» que se transmiten a los adolescentes.
«Crecen las consultas, porque aumentó la conciencia sobre los trastornos, pero no ha variado la presión social por la delgadez», remarcó. Así se refirió a una televisión que sigue exaltando cuerpos artificiales y a un paradigma de moda diseñado para personas excesivamente flacas.
La bulimia y la anorexia, dos patologías ligadas al cambio puberal, son las alteraciones más comunes de la conducta en el acto de comer.
La bulimia se caracteriza principalmente porque la persona que la sufre alterna episodios de ayuno o de muy poca ingesta de alimentos, con atracones compulsivos seguidos de un sentimiento de culpabilidad y angustia. Esta sensación conlleva a la pérdida de control y, en muchos casos, a la provocación del vómito.
La anorexia, en cambio, se caracteriza por la falta normal de apetito. Quienes la padecen pueden verse «gordos» pese a estar muy por debajo de su peso.
Setton explicó, sin embargo, que los problemas alimentarios no necesariamente implican que el paciente esté desnutrido, por lo que es muy importante estar alerta.
Hoy en día, aclaró, los pediatras detectan más este tipo de trastornos. «Las familias se acercan más y buscan una solución. Y en los colegios, los docentes reconocen los síntomas», contó la especialista.
Además de remarcar la importancia de estar alertas, Setton recordó que «los trastornos alimentarios tienen cierto nivel de contagio social y son manifestaciones psicosomáticas de otros problemas».