La apuesta se concretó en una villa de Lanús. De un lado, un chico de 17 años le dijo a otro: "Por 500 pesos mató a un cobani". A las horas, ese mismo pibe, el apostador de semejante locura, estaba montado como acompañante de una moto.
Iban por la calle Suipacha de Sarandí cuando pasaron por un control de Gendarmería Nacional. El que iba atrás, el apostador, empezó a los tiros, de repente, sin que nadie lo detuviera, sin que nada ameritara previamente.
El apostador tiró a matar y mató. La víctima fue un gendarme de apellido Solís. El tiro le entró por el cuello y lo mató en el acto.
El que manejaba la moto, ajeno al plan, se sorprendió e increpó al tirador: "¿Qué hacés?" La respuesta no se hizo esperar. "No me importa nada. A estos n….. de m….., los mató".
Volvieron al barrio y sacaron chapa de lo que habían hecho. Se rieron, festejaron.
Los dos acusados quedaron detenidos. El mayor se despegó del menor y lo acusó del asesinato. El chico ganó la apuesta y cumplió con su propio mandato. Mató por 500 pesos de cuarta. Le sacó la vida a un gendarme, como si nada, cuando quiso, por puro antojo. Tristísimo.
FUENTE: MINUTO1